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Rommel Rojas

"Paralelo 447" 

La soledad me ha perseguido toda la vida; en bares, reuniones y cuando viajando.

Soy un solitario del destino. Para mí, días distintos, para mí, horas profundas.

Para mí, segundos entrelazados con el suave sonido de la lluvia en el barco.

Llenando papeles, buscando fórmulas, narrando hipótesis. La humanidad cuelga del

hilo de la amargura. La larga cadena solloza, hasta que, repentinamente, el rio llora;

niquelada, cromada, sofisticada y ligera. Vengo de lejos y duermo dentro de ti.

Algunos tienen entre el sí y el no. Yo puedo volver cuando lo desee.

Es algo simpático, duración no indicada, pesada, pero llega al alma, y en el silencio...

el grito duerme junto a la resaca del amanecer;

Es hermosa, algo inquebrantable. Automática. Hay tantos síntomas en mi cuerpo.

Tal vez tenga cáncer a los pulmones o neurosis corrosiva.

Pero estoy completamente organizado. Puede caer el viento del apocalipsis.

Donde muera una vida podrá nascer una esperanza. Pero no habrá retorno en los gritos silenciosos.

Paredes verdes, sonido de humedad, quebradas irrumpidas. Escuchad que está bueno!

El silencio de la noche calla y es de verdad. Pienso, ellos mueren, nosotros también.

Una meiosis sublime aqueja mi corazón.

Ladrones, violadores, burócratas, gente incendiaria, ¡gente! ¡Nosotros!

Todos mis pensamientos regresan.


El Nanay es profundo y el llanto del Amazonas no se oye en el Atlántico.

Un sonido vuelve del pasado. La venganza espera su hora en el espejo.

¡Que sonido sangriento tiene el futuro!

Lleno de alma y vida, una ventana en el infinito. Los nocturnos y sonámbulos yacemos en las plazas, hablándole a la madrugada, soñando y riendo.

Escucha sociedad, aquí está un individuo que no aguantará más, todas las vergüenzas humanas, acabaré con las noches tristes y madrugadas mojadas.

¡Basuras urbanas! lleno de llagas históricas, no aguantaré más. Bajo sus miradas irrumpiré.

En las noches de vidrio verde, donde la luna alcanzará su firmamento.

         La venganza no llevará mucho tiempo. Caminen tranquilos. Un amanecer de sensaciones despega.
         El roce de la iguana me enciende.

Es todo lo que tengo. Un charco de sangre roba la desdicha. Pueblo de nadie. La tarde

es verde, con bandadas blancas en el horizonte.

         Aves vestidas de novias lloran de amargura. Duermo fielmente en el espejismo de los condenados.

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