Jhonatan Erik Rodríguez Macuyama, Director General de SENTIDOS
Editorial
Carta abierta: una crítica a la pereza de vivir
No os dejéis seducir: no hay retorno alguno. El día está a las puertas, hay ya viento nocturno: no vendrá otra mañana. No os dejéis engañar con que la vida es poco. Bebedla a grandes tragos porque no os bastará cuando hayáis de perderla. No os dejéis consolar. Vuestro tiempo no es mucho. El lodo, a los podridos. La vida es lo más grande: perderla es perder todo.
Contra la seducción de Bertolt Brecht
Estimados (as),
Tengan ustedes esta misiva que lleva como título: Una crítica a la pereza de vivir; esa pereza de vivir y de no ser conscientes de la realidad material, de lo que verdaderamente importa. Y espero brindarles esbozos certeros en éste pensamiento.
¿En qué sucesos o asuntos soñamos cuando no estamos dormidos? De seguro, cada uno de nosotros ya tiene un alcance o idea acerca de los propios anhelos que nos motivan a seguir en la senda de la realidad. Dudo que existan personas que no piensen, puesto que, aun si el pensamiento surgiera de un de repente y se olvidara, serían espasmos cerebrales, como fragmentos de pensamientos volátiles; claro que recordarlos sería un ejercicio de la memoria. Aunque los recuerdos a veces sean cortos e inconscientes, todo ello está pasando en el cerebro. El hecho de pensar es un antecedente de la cognición misma; repito, aunque de forma fraccionaria y sin secuencias, alegóricamente y de manera incoherente sucediera, todos hacemos de alguna manera el ejercicio de pensar. Sin reflexionar, el pensamiento solo sería un acto mecánico e involuntario del cuerpo mismo que también tiene origen en nuestro bello y misterioso cerebro. El hecho de ser conscientes de lo que se quiere en la vida, representa a mi parecer ese gran salto en el sentido de nuestras existencias.
La conciencia no es otra cosa que reconocerse y sentirse vivo, existente al fin. Ello se funde como la construcción real de la existencia misma, tanto en sustancia y como en esencia. Pero ¿acaso existen diferencias entre la vida social e individual? Se habla mucho de diferenciar la vida individual de la vida social. En lo que a mí respecta, estos dos aspectos de la vida son actos políticos y están concatenados, y a veces se oponen el uno al otro; sin esa oposición de lo individual versus lo social, jamás hubiéramos avanzado como sociedades humanas y tampoco hubiéramos visto los cambios en la historia de la humanidad. No se pueden separar nuestras individualidades de los contextos sociales. Aquí estamos hablando de la importancia del individuo en los procesos históricos. No me quiero referir a la valoración de los tipos de locuras, esas locuras que nos conducen a la construcción o a la destrucción a lo que se refería Erasmus de Rotterdam. Quiero, más bien, invitarles a asumir una actitud crítica y reflexiva acerca de la vida y a actuar para procurar los cambios reales que necesitamos para vivir mejor.
¿Acaso las riquezas materiales se deben asumir como privilegios? Las desigualdades materiales y la ausencia de oportunidades siempre han estado presentes en los procesos de la historia de la humanidad, si pensáramos como idealistas, diríamos que, en un mundo ideal, la plenitud sería para todos. Pero en este mundo irreal anti-ético e inhumano en el que estamos viviendo es conocido que cerca del uno por ciento de la población concentra la riqueza de nuestro planeta. Y los pobres, que somos la mayoría, ese nadie, que no puede acumular más pobreza. Mientras los pocos, la clase dominante, tienen flujo de riquezas heredadas, privilegiados que no conocen los achaques del hambre, del frío y de las necesidades económicas, por no mencionar la falta de oportunidades para acceder a los servicios básicos del Estado como a una educación y a una salud de calidad como los privilegiados gozan. Ellos, los privilegiados, quienes son promotores de la corrupción y de ella manan la fuente de sus riquezas, y es válido que sean promotores y defensores de su clase, solamente así aseguran su bienestar acosta del sufrimiento del otro. Los Otros, los pobres, deben de liberarse de este avasallamiento que solo podrá ser logrado cuando tomemos conciencia y nos organicemos contra la opresión.
Esos desalmados se presentan como políticos, empresarios, funcionarios del Estado, militares e intelectuales, que dan las espaldas al pueblo y procuran promover circos para sacar beneficios de la miseria de nuestra precariedad. El valor de la vida está presente para todos. El afán de acumular riqueza de forma egoísta es el gran mal que niega el camino para alcanzar la igualdad y la justicia social; y así llegar, al fin, a la plenitud individual con libertades, para poder realizarse en el desarrollo del ocio, y al predominio de una genuina espiritualidad y de las artes en general.
Mis estimados, no quiero cansarlos con mi carta. En este preciso momento, el cansancio ya me pesa, y me agobia la frustración de no encontrarnos con virtud. Me fastidia. Debo confesar que prefiero una conversación sincera y la intimidad de los libros; no sé, si realmente lo que les escribo sea de tanta utilidad para ustedes; pero tengo el espacio para escribir, así que lo utilizo, hasta que pueda ser desplazado e impedido para hacerlo. Lo que busco es ser confrontado, criticado y probado en el ejercicio bello del pensamiento y la acción. Ya en esta parte es mejor que aterrice al título de esta carta, con las 12 tesis de mi crítica a la pereza de vivir:
1. La pereza de vivir no permite que podamos avanzar como humanos; por lo menos, nos priva de ser consecuentes en nuestras acciones, y de asumir la conciencia de nuestras existencias, ser actores en la contribución del trabajo sistematizado para la transformación de la realidad y procurar un mundo mejor.
2. Esta pereza nos hace asumir compromisos que no se pueden cumplir. Es un egoísmo concienzudo e hipócrita. Asimismo, como tiernas pacas, cedemos con facilidad a las bocas de los otorongos. Y nos aleja de ese proceso de construcción, de organización, de civismo, de sueños responsables de familia y con nuestros pueblos.
3. La pereza no permite que pequeñas acciones nobles de cada uno de nuestros congéneres puedan ser visibilizadas, dejando que los gallinazos rapaces se alimenten de nuestras energías. Y a escondidas, se esté conspirando contra el cuerpo de los justos reclamos.
4. Vivir en la pereza no permite crecer en creatividad; ni mucho menos, desarrollar escuelas de pensamientos desde la Amazonía peruana.
5. La pereza es enemiga y contraria al ocio; las artes son formas creativas de espiritualidad que expresan el vigor del ser humano; en nuestros pueblos indígenas amazónicos, no existe el pensamiento único, sino una gran variedad social y cultural; una gran variedad de opciones y de visiones de nuestro mundo, expresadas en sus sabios, entidades y supervivencias prácticas de sus contextos geo- gráficos, sociales y culturales.
6. La pereza de vivir no contribuye a entender nuestros propios procesos y de grupo. Nos condena a esperar confianzudamente a quien tiene un verbo floreado y parece un búfalo furioso. En con- fiar en actitudes metafísicos y sobrenaturales, externas a nuestros ánimos, inhibiendo nuestros oportunos esfuerzos y liderazgos.
7. La pereza de vivir nos condiciona a aceptar las desigualdades e injusticias de nuestra realidad. A no luchar por la vida y a no asumir la defensa de nuestra ecología, con sólidas bases solidarias y de democratización de la economía, para alcanzar la justicia social.
8. La pereza de vivir no permite abrazar los conocimientos de nuestros pueblos, sino, al contrario, promueve su desprecio y vergüenza. Hace asumir que la universidad y la tecnología que procura el sistema establecido es la única realidad y el fin, y nos venden ilusiones, como que el sistema no necesita cambios sustanciales de raíz.
9. La pereza de vivir no permite encaminarnos a despertar la curiosidad y, conocer la vida y la ciencia de nuestros pueblos; conocernos socialmente a nosotros mismos; muy al contrario, vagamente procura copiar y repetir sin criterio e innovación recetas externas, ajenas a la realidad y al contexto Amazónico. Ahí radica el éxito ideológico de quienes no tienen pereza de vivir; sino que, sin des- canso, teorizan y aplican sus métodos, siendo los resultados las condiciones de precariedad en el que vivimos.
10. Se debe hacer algo; urge la necesidad de evidenciar y practicar la mística de nuestras gentes y acorazarlo en sentimientos sinceros, sin caer en demasiados subjetivismos; sino al contrario, aterrizarlos a la realidad y las necesidades de nuestros pueblos. Examinarnos tanto interna como externamente, constantemente; puesto que la vida que vamos llevando es una materia perecible y es necesario asumir una actitud crítica, reflexiva y activa ante todo lo que su- cede. Pero ¿qué tanto estamos asumiendo la responsabilidad de resistir a los abusos y sumar nuestras individualidades, para de esta manera formar un cuerpo sólido, con conciencia que asume su pertinencia a pueblos con sus propias identidades?
11. Los procesos creativos en el arte de escribir y hacer arte para sí, no están exentos del acto político, aun si asumiéramos una actitud apolítica. Ese sería el acto político implícito: que esa pereza de vi- vir no nos convierta en indiferentes, ya que la indiferencia es una grave enfermedad de nuestro tiempo. No pequemos tampoco de ingenuos; sin antes aterrizar en organización, sino caemos en esos “emprendimientos” y en la egolatría de personas “actores de cambios”, por así decirlo, en que muchos jóvenes de buenos corazones, se han enceguecidos por tanta luz de reflectores y por tantos cantos de sirenas. Los escaparates de quienes tienen la hegemonía
12. El camino es demostrar que, con constancia, con ocio y con organizaciones de bases comunitarias, cualquiera sea el rubro: arte, pintura, teatro, danza, poesía, hay caminos para crecer y crear. Quitemos esas corazas de conformismos, de pereza de vivir, siendo conscientes que pertenecemos al pueblo, y nuestro compromiso es servir y construir bienestar desde el seno del pueblo mismo.
Somos unos cuantos privilegiados al poder acceder a la universidad, para intentar formarnos con una profesión. Pero ¿qué tan responsables estamos siendo ante la realidad? Todavía existen jóvenes que no pueden acceder a una educación superior; todavía hay trabajadores asalariados e independientes sin remuneraciones justas; todavía hay niños, ancianos y mujeres en estado de abandono e indigencia. ¡Hay tantas cosas por hacer, familia! No nos dejemos sorprender, que la distracción es constante y las ilusiones del sistema también están para embaucarnos de bienestar; y ojalá, algún día, se logre un bienestar real y no un simulacro simplemente.
Dejaré mis palabras a evaluación de cada uno de ustedes como tarea. Ahora que estamos jóvenes y lúcidos, es el tiempo para fallar lo menos posible, para encaminarnos a la construcción de propuestas de progreso y desarrollo para nuestros pueblos, de forjarnos en el estudio crítico de la realidad, de producir ciencia, tecnología y artes, de proponernos una ética y buenos vientos desde la Amazonia para el mundo.