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Jhonatan Erik Rodríguez Macuyama, Director General de SENTIDOS

Editorial 

Carnaval Amazónico de la región Loreto: entre humishas, mascarados, y alegrías

Entre las diversas festividades de la Amazonía Peruana, destaca sin lugar a dudas el carnaval Amazónico de la región Loreto. Esta fiesta es de profunda pertinencia a la cultura popular.


Para su celebración por lo general se tiene como referencia 40 días antes de Semana Santa, y tres días previos al miércoles de ceniza. Esta regla habitual se aplica en zonas tanto urbanas y peri-urbanas, no obstante, en las comunidades rurales ribereñas, campesinas y nativas; la festividad se celebra una semana después del término de la fiesta en la ciudad. No existe otra fiesta popular, que permita al hombre y mujer amazónico reafirmar su identidad mediante la celebración con la presencia de entidades que son parte de su cotidianidad, y que se visibilizan con mayor poder y fuerza en las danzas de mascarados alrededor de la húmisha en la fiesta del carnaval amazónico loretano; realmente es una fiesta de pura alegría tropical desbordante, de igualdad con los seres de la naturaleza, todos nos volvemos uno solo.

La fiesta del Carnaval fue una fiesta promovida por los misioneros, como un arma de dominación ideológica hacia los indígenas, pues será una manera de controlar la “fiesta pagana” “la fiesta donde palpita la espiritualidad de la población pero que para el misionero es lugar de borracheras y demonios” y se tiene en registro de archivos históricos la celebración del carnaval desde 1741 según el informe del misionero Juan Magnin.

La aparición de la húmisha, en los registros amazónicos data de cerca de 255 años según los informes del misionero Manuel Uriarte, registro que pone a Loreto con la prueba de que el primer árbol adornado con regalos se hizo en estas tierras bajas. Pues, en otras partes del Perú, este registro data recién desde el siglo XX.

La húmisha parece ser la relación que efectúan los misioneros, de los árboles o palos de mayo con las diversas actividades y festividades en torno a los árboles y palos en varios pueblos de la Amazonía.


Pero junto a su acción lúdica, de juego, la húmisha que surge en las misiones, tendrá una fuerte carga política e ideológica; se convierte en una suerte de atrayente, de seducción a los que están fuera de las reducciones, hace guiños a los que no quieren ingresar a la “doctrina”.

Los misioneros colgaban herramientas de metal, las hachas, machetes, anzuelos, son necesidades creadas y, desde ahí “aquella modernidad” será fundamental en la vida de las poblaciones indígenas en procesos de adoctrinamiento. El regalo juega un papel prioritario en la tarea de evangelización. También, aquella húmisha, será una forma de reforzar la presencia de los catequizados en la misión y una suerte de sorteo, de lava manos en medio del juego, no es fácil liar con 100 o 200 para anotar un número, de pobladores catequizados en una reducción, sumados a los que contemplan de fuera, ávidos de poseer herramientas de metal y solo tener en su poder (el misionero) de unas cuantas hachas o machetes). El papel que cumplió el “regalo” en la “evangelización”, sin dudas, fue fundamental.

Uno de los elementos más importantes de la fiesta del Carnaval Amazónico es la húmisha, aunque existen epónimos árboles adornados que coinciden con esta fiesta en la costa, ande y selva peruana, como: la yunza. Cortamonte, unsha, húmisha, sacha cuchuy.

En Loreto, mayormente para las húmishas se utilizan las palmeras del huasaí (Euterpe precatoria), Cashapona (Socratea exhorriza), etc. La fronde de la palmera es trenzada en cuatro tiras que luego son unidas, se colocan dos listones o palos del monte, que son amarrados para que sostengan las trenzas, quedando en el centro como una cruz; toda la parte superior de la palmera terminase tomando la forma como de una corona, que luego es adornada con telas, banderines y regalos (plastiquería, artículos del hogar, frutos, animales como tortugas y hasta herramientas para ser usados en la chacra), brindándole un aspecto festivo de muchos colores. Una vez asegurados los regalos, la población acompañada del ritmo del bombo, el tambor, el pífano y las maracas; mientras tanto, transcurre el juego, entre aguas, gredas, achiotes; también hay masato (bebida en base de yuca) que se toma y se tira para ensuciarse en el placer del juego entre los unos a los otros. La risa y el olor al pichohuayo inunda todo el ambiente; entonces se comienza con la empresa de plantar la húmisha, para ello se utilizan escaleras y cuerdas, esta última han sido atadas con anterioridad por la parte superior de la palmera, esto es una actividad colaborativa. Quedando erguida una interesante palmera, que tiene todos los obsequios colgando como péndulos desde la corona de la palmera. Para luego, ser cortada durante el baile y el barro, todos los danzarines compiten por obtener un obsequio de la palmera caída. Como regla general: quien termina cortando o tumbando la húmisha es el responsable de reponer otra al año siguiente.

Los mascarados o disfrazados son personas que han hecho un voto de promesa de 12 años a la fiesta del carnaval (6 años de hombre y otros 6 años de mujer). Y el compromiso consiste en que cada año debe de dar pleitesía a la fiesta, y el reto es que nadie debe de reconocer quién eres cuando estas disfrazado. Los pedidos al Supay, al dueño de la fiesta, son prosperidad económica, buena salud, amor y éxitos en el trabajo. Se considera que los mascarados tienen su origen en las puestas de escena del Corpus Christi y alguna otra celebración católica. El caso emblemático son los Maykukos de Lagunas en el rio Huallaga.

Los mascarados son los espíritus de la fiesta del carnaval y del tumbado de la húmisha. El quién hace un voto de mascarado debe de cumplir religiosamente con su promesa. Ya que si no cumple la promesa, te enfermas, el diablo te lleva.

Pero la idea de bueno o malo, Dios y el Diablo entre los amazónicos fue una imposición ideológica y una construcción de la realidad mediante el universo de significados que reproduce una lengua. De esta manera, en el I diccionario del quechua, la palabra supay tiene dos significados según prefijo, de esta manera, tenemos: illisupay (angel bueno) mananillisupay (ángel malo). Al final el termino supay que era parte de la espiritualidad andina que nada tenía que ver con “diablos europeos” quedó como el demonio, el ser del mal.

Sabemos, que el lenguaje construye un tipo de persona, y los misioneros sabían muy bien de la importancia de los términos a utilizar para llegar a implementar el miedo y dominación de los indios. Como sucedió con la palabra supay. Del mismo modo, tuvieron que buscar una relación de la espiritualidad de las poblaciones amazónicas que se relacionara con la idea de Jesús, de esta manera hurtaron la palabra Yara que significa en Tupi Omagua y Jara en Tupi cocama (aunque hoy en los últimos diccionarios ya se estableció la palabra Yara), dueño, palabra que fue tomada por los religiosos. Pero este dueño, ya no es el ser de la naturaleza que quiere jugar contigo, que te da consejos de vida, y que es dueño de la cocha, un árbol, del suelo... el Yara se relaciona ahora con el señor Jesucristo, al señor Dios. El hombre amazónico (estamos hablando el caso de los tupi) se vuelve en una propiedad del “Dios” impuesta por los misioneros.

En ese mismo panorama podemos reflexionar como la fiesta del Carnaval Amazónico regional de Loreto, está luchando para no ser tratada como una mercancía a disposición de alguna empresa privada o del estado (municipios, gobiernos etc.). como el lenguaje construye un discurso y una retórica; podemos entonces exponer nuestro malestar de la realización del Carnaval Pijuayo Loma Pacucho que fue organizado por el municipio de Belén, tiene un discurso trastocado, con fines solo comerciales y de sed de mayor popularidad política del alcalde de esa comuna, y pareciera que su intención es agradar a los gringos, mas no fortalecer la tradición de los mascarados de Belén. Asimismo, esta fiesta es una auto convocatoria y de auto organización popular, una manifestación honestamente exclusiva de la cultura popular loretana.

 

Ser un mascarado, necesita de una preparación y disponibilidad para cumplir la promesa de ser un mascarado por 12 años. Tiene toda una espiritualidad y no es una excursión de simple disociación con la naturaleza de la tradición. Lo mismo con otros municipios y gobierno regional que lo que hacen es poner mascaras a los grupos de danza, o a cualquiera de sus empleados una que otra persona.

Al final de los tiempos la risa de supay y todos los seres fantásticos del bosque van a festejar con o sin el apoyo de las autoridades, porque la cultura por su propia naturaleza popular puede mucho contra el dominio nefasto de alguien que quiera ser un mandamás.

Textos e informaciones que forma parte del libro inédito del Profesor Herman Martin Reátegui Bartra: HUMISHA: MEMORIAS DEL CARNAVAL AMAZÓNICO LORETANO (2020)
 

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